Que ver en Benidorm

Guía para visitar Benidorm: Sol, playa y un poquito de locura

¡Bienvenidos a Benidorm, el paraíso donde el sol nunca se toma vacaciones y las sombrillas de playa son más famosas que las estrellas de Hollywood! Si estás planeando una escapada a esta joya de la Costa Blanca, prepárate para un cóctel de arena, tapas y un ambiente que parece sacado de una comedia de los 80. Aquí va una guía con los mejores lugares para visitar en Benidorm, con datos verificados y un toque de humor para que no te tomes la vida tan en serio.

1. Playa de Levante: Donde el bronceado es una religión

Si buscas el epicentro del bullicio, la Playa de Levante es tu sitio. Esta playa de dos kilómetros es como un desfile interminable de cuerpos al sol, sombrillas multicolor y vendedores ambulantes que te ofrecen desde mojitos hasta gafas de sol "de marca" (guiño, guiño). Con su arena fina y aguas cristalinas, es perfecta para practicar el noble arte de tumbarte como una estrella de mar mientras lees un libro (o haces que lo lees para parecer intelectual).

Dato real: La Playa de Levante ha recibido la Bandera Azul por su limpieza y servicios, así que puedes revolcarte en la arena sin miedo a encontrarte un tesoro perdido de botellas vacías. Además, está repleta de chiringuitos donde pedir una sangría que te hará cantar como si estuvieras en Eurovisión.

Lleva protector solar a menos que quieras volver a casa luciendo como una gamba a la plancha. Y si ves a alguien corriendo con un flotador de unicornio, no te preocupes, es solo el espíritu de Benidorm dándote la bienvenida.

2. Casco Antiguo: El corazón con sabor a tapas

Entre las playas de Levante y Poniente está el Casco Antiguo, el lugar donde Benidorm se pone nostálgico y te recuerda que no todo son rascacielos y discotecas. Sus calles estrechas están llenas de bares de tapas donde puedes zamparte unas patatas bravas o unas gambas al ajillo mientras escuchas a los lugareños debatir sobre si el arroz de la paella estaba en su punto.

El Casco Antiguo es ideal para pasear al atardecer, con tiendas locales y la iglesia de San Jaime y Santa Ana, un rincón tranquilo donde pedir un milagro para que tu maleta cierre después de comprar souvenirs.

No intentes contar las calorías de las tapas, porque aquí la dieta mediterránea incluye felicidad y un poquito de aceite de oliva extra. Si te piden que cantes flamenco después de la tercera caña, di que eres alérgico al duende.

3. Aqualandia: Donde los adultos vuelven a ser niños

Si crees que los parques acuáticos son solo para críos, Aqualandia te hará cambiar de opinión más rápido que un tobogán a 100 km/h. Este parque es un clásico de Benidorm, con atracciones como el Vértigo, un tobogán que parece diseñado por un ingeniero con demasiada cafeína. Para los menos atrevidos, hay piscinas de olas y zonas de relax donde fingir que lees mientras miras de reojo a los valientes que gritan en los toboganes.

Aqualandia abrió en 1985 y es uno de los parques acuáticos más grandes de Europa, con más de 20 atracciones. Está abierto de mayo a octubre, así que planifica tu visita en temporada para no encontrarte con un parque más seco que el humor de tu jefe.

Lleva un bañador que no se te caiga en el primer tobogán, porque nadie quiere protagonizar un viral en TikTok. Y si te preguntan si quieres repetir en el tobogán más extremo, di que sí, pero solo para presumir en Instagram.

4. Terra Mítica: Un viaje en el tiempo con adrenalina

Si quieres sentirte como un gladiador, un faraón o un vikingo (todo en el mismo día), Terra Mítica es tu destino. Este parque temático te lleva por civilizaciones antiguas con montañas rusas que harían temblar a Cleopatra. La Magnus Colossus, una montaña rusa de madera, es la estrella del lugar, aunque los espectáculos en vivo, con piratas y bailarines, son tan entretenidos que casi te olvidas de las colas.

Terra Mítica está dividido en cinco áreas temáticas (Egipto, Grecia, Roma, Iberia y las Islas) y combina atracciones con shows culturales. Es ideal para familias o para quienes quieren gritar a pleno pulmón sin que nadie los juzgue.

No comas una paella entera antes de subir a la montaña rusa, a menos que quieras recrear una escena de “El Exorcista”. Y si te disfrazas de centurión para las fotos, cuidado con la espada de plástico, que los seguratas no tienen tanto sentido del humor.

5. Mirador del Castillo: Vistas que quitan el hipo

Para un momento de paz (y unas fotos que harán que tus amigos mueran de envidia), sube al Mirador del Castillo, también conocido como el Balcón del Mediterráneo. Este punto elevado, donde antes estaba el castillo de Benidorm, ofrece vistas panorámicas de las playas y el skyline lleno de rascacielos. Es el lugar perfecto para un selfie romántico o para fingir que estás meditando mientras planeas dónde ir a cenar.

El mirador está en el corazón del Casco Antiguo y es un sitio icónico para ver el contraste entre el Benidorm moderno y su pasado histórico. Además, es gratis, lo que siempre es un plus.

Si subes al atardecer, prepárate para pelear por un hueco con los influencers que buscan la foto perfecta. Lleva una moneda para lanzar un deseo al mar, pero no pidas ser millonario, porque el mar de Benidorm ya está harto de ese deseo.

Bonus: La noche de Benidorm, o cómo sobrevivir a un karaoke

Benidorm de noche es como un festival que nunca termina. La Zona Inglesa (cerca de la Playa de Levante) está llena de bares y discotecas donde puedes bailar, cantar en un karaoke o simplemente observar a los turistas británicos intentando pedir una cerveza en español. Si prefieres algo más tranquilo, prueba los bares de cócteles en el Casco Antiguo, como Olivers, donde te tratarán como si fueras de la familia.

Benidorm tiene más de 150 bares y discotecas, así que hay opciones para todos los gustos, desde música en vivo hasta DJs que pinchan hits de los 2000 como si el tiempo no hubiera pasado.

Si acabas en un karaoke cantando “Sweet Caroline”, no te preocupes, es un rito de iniciación en Benidorm. Solo asegúrate de no pedir otra ronda de chupitos antes de intentar las notas altas.

Benidorm es mucho más que sol y playa: es una experiencia que combina relax, aventura y un toque de surrealismo. Desde las playas abarrotadas hasta los parques temáticos y el encanto del Casco Antiguo, hay algo para todos, ya seas un amante de la adrenalina o un devoto de la siesta playera. Así que coge tu sombrero de paja, un buen sentido del humor y lánzate a descubrir esta ciudad que nunca duerme (pero que te dejará soñando con volver).

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